Se acerca el día del padre, ese día que año con año celebramos a quien también formó parte en darnos la vida; ese día en el que se llena de reconocimientos, regalos, abrazos, comidas y connivencias en honor a él.
El hecho de que las madres hayan sido por muchos años las únicas a las que se les adjudicaba el cuidado de las y los niños, deja a éstas toda la responsabilidad sobre la crianza, siendo como es una responsabilidad compartida; pero también esta exclusividad materna sobre la crianza de los hijos obstaculiza a los padres en el despliegue de su paternidad, ya que en muchas ocasiones el rol de proveedor trae aparejado una pérdida: la de la oportunidad de convivir y ser parte cercana en la vida de sus hijas e hijos, impidiendo muchas veces ser parte del proceso de crecimiento y maduración de sus descendientes, así como la posibilidad de crear una relación afectiva cercana con ellos y ellas.
Aprovechamos para mencionar la fortuna que es el gozar de un padre que rompe los estereotipos paternos: un padre amoroso, protector, sensible y sobre todo incondicional; un padre que forma y siempre formará un pilar dentro de nuestra vida en todos los aspectos, un padre al que podemos recurrir para un consejo de cualquier tipo, un padre que nos demuestra su amor con palabras, pero sobre todo con acciones; ese padre siempre será nuestro “lugar” seguro, en quién siempre encontraremos un hogar.
Así que a estos padres los felicitamos en su día, y a todos los demás padres también, y nos atrevemos a recomendarles que vivan y compartan con sus familias desde nuevas formas de paternidad.
✍ Psicoterapeuta Claudia Garibay
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