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  • Psicoterapeuta Claudia Garibay

1.- Entender la depresión

Durante las próximas 9 semanas nos dedicaremos a hablar del tema de la Depresión, pues consideramos que es un tema actual que está orillando a muchas personas al suicidio, al no ser tratada y al no ser considerada como una enfermedad.

Los desglosaremos de la siguiente manera:

  1. Panorama general de la depresión

  2. Factores de riesgo

  3. Depresión y salúd pública

  4. Tipos de depresión, causas y síntomas

  5. Depresión y estigma social

  6. Depresión en niños

  7. Depresión en mujeres

  8. Depresión en ancianos

  9. Depresión en hombres

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Panorama general de la depresión

La depresión es un trastorno mental común. Así lo define la American Psychiatric Association (2018). Según la misma fuente, este trastorno mental se caracteriza por una tristeza persistente y una pérdida de interés en las actividades cotidianas que normalmente se disfrutan. A veces puede ser discapacitante, otras no. Pero lo importante de esto es que estos síntomas deben persistir durante al menos dos semanas, de lo contrario no le podemos llamar depresión.

Sin embargo, resulta importante saber que la depresión no ha sido bien conceptualizada ni por médicos ni por psicólogos, pues se describe y diagnostica desde una dimensión subjetiva ha acarreado varios problemas a su tratamiento. En términos generales se reconoce la existencia de trastornos depresivos mayores y trastornos depresivos menores. Sin embargo, la diferencia en la clasificación de estos trastornos consiste más bien en tener en cuenta dos factores fundamentales: la duración y la severidad del cuadro depresivo. En ningún caso se tiene en cuenta la causa de la depresión misma, es decir, su origen, debido a que es una enfermedad multifactorial. Incluso, los síntomas que permiten declarar la existencia de una depresión mayor son bastante heterogéneos y van desde una escasa repercusión funcional hasta una discapacitación severa, aunado a la presencia de síntomas psicóticos y cognitivos, además de graves alteraciones psicomotoras (Terrazas et al., 2011).

No obstante esta indefinición, hay algunos síntomas que permiten referir la enfermedad:

  1. sentimientos de tristeza

  2. pérdida de placer e interés en actividades que solían disfrutarse antes

  3. cambios en el apetito con su consecuente pérdida y/o aumento de peso

  4. problemas para dormir o dormir de forma excesiva

  5. pérdida de energía e incremento de fatiga corporal

  6. aumento en la actividad física sin propósito aparente o bien su disminución, tanto a nivel del habla como del movimiento

  7. sentimientos de baja autoestima o culpa

  8. dificultad para pensar, concentrarse y tomar decisiones

  9. y finalmente pensamientos vinculados a la muerte e incluso el suicidio.

Como se puede ver, se trata de una enfermedad que puede llegar a ser muy grave si no recibe un tratamiento adecuado; por eso es muy necesario acudir a un especialista. Incluso hay que tener muy claro que en pacientes con enfermedades vinculadas a la tiroides, deficiencias vitamínicas y tumor cerebral, los síntomas anteriores pueden esconder o alterar un correcto diagnóstico de la depresión. Y es que la dificultad intrínseca en el diagnóstico de la depresión es uno de los factores que incide de forma bastante grave en su diagnóstico y tratamiento. Muchas veces, incluso, los test que miden depresión en realidad evalúan el sufrimiento emocional o un malestar psíquico cualquiera, que si bien pueden terminar en cuadros depresivos, ciertamente no lo son.

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Por ello, la ligereza y subjetividad con la que se define a la depresión, confunde en ocasiones bastante frecuentes ambos padecimientos, englobándolos en una especie de continuum de difícil delimitación que incluye en su margen más bajo trastornos adaptativos leves con ánimo depresivo, y en su margen superior trastornos afectivos severos y discapacitantes. He ahí, a grandes rasgos, la diferencia esencial entre las llamadas depresiones leves y severas.

Más allá de ello, no obstante, hay cierto consenso en el hecho de que la depresión (ya sea leve o severa) afecta negativamente la forma de pensar, sentir y actuar de quienes la padecen, causando una variedad de problemas emocionales y físicos que afectan las capacidades de la persona para desenvolverse en el medio en que habita, y llegando incluso a ocasionar –sin el debido tratamiento- trastornos en la personalidad. Insistimos, ante la posibilidad de un cuadro depresivo es necesario acudir por la ayuda de un profesional.

Hoy en día, la depresión afecta a más de 300 millones de personas en el mundo, y de ellos 800 mil mueren anualmente a causa de la misma a través del suicidio. De manera concreta, a nivel mundial, la depresión cobra la vida de jóvenes que tienen entre 15 y 29 años, siendo la segunda causa de muerte para esta población. En México, según la OMS, la depresión será el trastorno más discapacitante para 2020, y el segundo a nivel mundial.

En la próxima entrega, hablaremos de los factores de riesgo más conocidos que influyen en el desencadenamiento de los cuadros depresivos.

✍ Psicoterapeuta Claudia Garibay

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