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  • Psicoterapeuta Claudia Garibay

7. ¿Somos las mujeres más propensas a sufrir depresión?

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La depresión es un trastorno que interfiere con el desarrollo de nuestra vida. Pueden presentar síntomas como ansiedad, tristeza profunda, alteraciones aparentemente inexplicables en nuestros estados de ánimos, pérdida de la voluntad de hacer las actividades diarias, falta de autoestima, entre otras que no nos permiten llevar a cabo nuestra vida con normalidad.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que afecta a más 320 millones de personas en el mundo, es decir aproximadamente el 4.4% de la población total de este planeta sufre depresión. En América Latina se establece que el país con mayor índice de depresión es Brasil, ya que al menos el 5.8% de su población declaró vivir con este trastorno, posteriormente le sigue Cuba con un 5.5%, y Paraguay con 5.2%. México ocupa entre el séptimo y noveno lugar según la variación de fuentes, con un 4.2% de su población total que se encuentra deprimida.


Pero en términos de depresión  es importante mencionar que existe una gran brecha relacionada con la cuestión de género, la cual se evidencia en las cifras, ya que en el censo poblacional del 2017, realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), resultó que la depresión es la primera causa de discapacidad en las mujeres y el noveno en los hombres; también documentó que de las 34.85 millones de personas que han sufrido depresión 20.37 millones eran mujeres y 14.48 millones eran hombres. Esto se evidencia también, cuando el censo establece que 1.22 millones de mujeres toman antidepresivos, mientras que entre los hombres se estableció que 414 mil los ingieren, una cifra mucho menor.

Entonces, ¿A qué se debe que las mujeres seamos más propensas a sufrir depresión? Para responder esta pregunta tenemos que tener en cuenta diferentes factores, algunos tienen que ver más bien con las cuestiones biológicas (sexo), y otras con las construcciones socioculturales (género).

En las cuestiones biológicas, las personas de sexo femenino (debido a las diferencias morfológicas), a lo largo de nuestra vida desarrollamos procesos únicos de nuestro sexo. El más evidente es el embarazo, el cual entre los muchos cambios que genera a nuestro cuerpo, se presentan alteraciones realmente fuertes en nuestro sistema hormonal. Con ello puede venir la depresión post-parto, debido a que entre otros factores, de los cuales hablaremos más adelante, los niveles de estrógeno y progesterona bajan rápidamente después de dar a luz, provocando así alteraciones en la química cerebral que pueden generar cambios en nuestros estados de ánimo.

La adolescencia es una etapa de grandes cambios hormonales para ambos sexos, sin embargo es aún más complicado para el sexo femenino, ya que comienza la menstruación y con ella puede venir el riesgo de sufrir el trastorno disfórico premenstrual, el cual entre sus síntomas incluye depresión. 

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Otro proceso único de nuestro sexo es la menopausia, proceso que viene con el cese de la menstruación y que trae consigo cambios tanto físicos como psicológicos que pueden incidir en el desarrollo de un trastorno depresivo.

Tanto el embarazo como la menopausia, influyen en la vulnerabilidad de sufrir  depresión desde la esfera biológica, pero también la depresión hace su presencia desde las esferas socioculturales, éstas últimas quizás menos visibles pero también persistentes y necesarias de nombrar. El embarazo (proceso biológico) está intrínsecamente relacionado con el ser madre (construcción social), en donde tanto en la sociedad mexicana, como en la mayoría (por no decir casi todas) las sociedades del mundo, el peso de la crianza de las y los hijos cae mayormente –muchas veces casi únicamente- en las mujeres. Ello va acompañado de una serie de nuevas responsabilidades y vivencias que pueden generar desgastes físicos y emocionales, mismos que aunados a los cambios hormonales de los cuales hablamos anteriormente, pueden provocar que nos adentremos en una fuerte depresión.

La menopausia también tiene una carga sociocultural fuerte que puede incidir en el desarrollo de la depresión. Socialmente se tiene arraigada la idea de que la razón de vida de la mujeres es prioritariamente dar vida, es decir ser madres. Cuando nos llega la menopausia significa que ha llegado el fin de nuestra etapa fértil, cuestión que podría verse como algo meramente biológico. Sin embargo, debido a lo ya mencionado, consciente o inconscientemente puede provocarnos la falsa idea de que llegamos al final de nuestra razón de ser, causándonos conflictos emocionales, cuando la realidad es que sólo entramos a otra etapa de nuestra vida, la cual puede ser ampliamente disfrutada.

Otro factor sociocultural que puede incidir en el desarrollo de la depresión, y que vivimos únicamente las mujeres, es la violencia de género. Las mujeres nos enfrentamos diariamente a fuertes violencias por el simple hecho de ser mujeres, las cuales van desde el acoso callejero, hasta su punto máximo el feminicidio. Ser vulneradas por estas violencias tiene grandes afectaciones en nuestra autoestima y confianza, entre otros factores, tanto que puede llevarnos a una fuerte depresión.

La depresión es tratable y curable y para ello existen varios tratamientos, los cuales pueden incluir la terapia psicológica y/o psiquiátrica. Si tú te sientes identificada con alguna de las cuestiones que aquí mencionamos u otras, que te pueden hacer pensar que sufres de depresión; o identificas a alguna amiga, familiar o conocida, que podría sufrir de este trastorno, la recomendación es que acudas o en su caso que recomiendes acudir de inmediato con algún especialista, para que juntos encuentren el tratamiento más adecuado para ti o en su caso para ella.

No siempre nos tomamos en serio nuestra salud, y mucho menos nuestra salud mental, sin embargo si no nos sentimos bien, no podemos estar bien. Preocupémonos por nuestro cuerpo y nuestra mente, tomémonos el tiempo y las medidas que sean necesarias para estar plenas. Nos lo merecemos.

Depression and Sorrow

✍ Psicoterapeuta Claudia Garibay

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