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  • Psicoterapeuta Claudia Garibay

El duelo por la pérdida de pareja



El duelo es “una reacción frente a la pérdida de una persona amada o de una abstracción que haga sus veces, como la patria, la libertad, un ideal, etc.”. Esta definición fue propuesta por Freud en 1917.   Sin embargo, hay un fuerte debate sobre si el duelo es sólo una reacción emocional vinculada a la pérdida por muerte, rompimiento o lo que involucraría ampliamente a otro tipo de pérdidas, en función del significado que la persona tenga o haya tenido para el doliente.


Si bien la muerte de un ser amado resulta emblemática de este tipo de situaciones, lo cierto es que debido al grado de subjetividad que el duelo encierra la ex pareja puede alcanzar una significación tal que doliente se sienta vacío, deprimido y sin saber qué hacer ante ello, o sea, sin saber cómo procesar la situación. En ese sentido, cualquier pérdida puede ser susceptible de generar un proceso de duelo en tanto el duelo se entiende como la respuesta normal a la pérdida, es decir, como una reacción dolorosa ante la pérdida.

No todos los duelos son iguales, ni que todas las pérdidas provocan necesariamente duelos.

En cualquier caso, cuando se habla de duelo nos referimos a un proceso normal en torno a la elaboración de una pérdida que tiende, como afirma Bucay (2008) a la adaptación y armonización de nuestra situación interna y externa ante esa nueva realidad.  Se trata, como se puede ver, de un proceso que busca la autorregulación emocional cuya finalidad es a su vez lograr la adaptación del individuo a la pérdida a la par que su reconducción a una nueva vida.

No obstante, uno de los autores más citados sobre el duelo es Bowlby (1980) quien define al duelo como una serie amplia de procesos psicológicos, debido a la pérdida de una persona amada, cualquiera que sea su resultado. 

pareja rompiendo relacion

Si el duelo transcurre normalmente se logra la readaptación al medio ambiente y la formación de nuevas relaciones en un tiempo que puede oscilar entre 6 meses y 1 año, tal y como afirma Lindemann (1944). Pero si el duelo se demora más que eso, puede haber un deterioro psíquico a largo plazo, lo que se puede manifestar a través de la intensificación de la sintomatología asociada a él como puede ser la vivencia crónica del dolor, la pérdida de interés en el mundo exterior, la incapacidad del doliente para escoger un nuevo objeto de amor y la imposibilidad para integrarse al trabajo productivo. Entonces podemos decir que estamos ante la lo que llaman duelo patológico.

La superación del dolor, entonces, es –como ya hemos dicho-‐un proceso. Aunque no todos los autores se ponen de acuerdo para definir las etapas del mismo, lo cierto es que se resume el proceso en etapas que oscilan entre un primer momento de confusión, aturdimiento y dolor, un momento intermedio de reorganización, y uno final de aceptación de la pérdida. 

Cada individuo desarrolla los síntomas en función de la forma en que afronta su propio duelo, su personalidad y recursos para hacerlo, el apoyo o no del entorno familiar, la intensidad de la relación que mantuvo con la persona que perdió, entre otros. Esto nos lleva a concluir dos cosas: la primera que ningún duelo es igual a otro a pesar de la universalidad del dolor, y la segunda y más importante: que el duelo no es un trastorno psíquico pero que puede conllevar a él si se trata 

Divorce

ETAPAS DEL DUELO

Para Kûbler–‐Ross (2007).

Primera etapa del duelo: la negación.

La negación es, pues, una resistencia a la realidad. Esta etapa es importante y muy útil, porque sirve de amortiguador con respecto al impacto producido por la realidad. Ante cualquier pérdida y separación incómoda o dolorosa, tendemos a echar mano de este reflejo de negación, y ello puede durar bastantes minutos, horas, unos cuantos meses, incluso años.

Por eso es importante respetar esta fase; lo cual no significa que sea preciso alentarla, perpetuarla, porque entonces bloquearíamos el acceso a la etapa siguiente.

Segunda etapa: la rebelión, la cólera, la protesta.

Esta segunda etapa del duelo es importante, pues, porque nos permite comprobar si podemos o no hacer que vuelva a nosotros la ex pareja. Y cuanto más fuerte sea el vínculo, tanto más intenso será el enojo.

Corazones rotos por rompimiento.jpg

Tercera etapa: el miedo.

Poco a poco, vamos integrando la realidad, tomamos conciencia de la pérdida, y en ese momento podemos sentir miedo, dudar, experimentar un sentimiento de incertidumbre, de inquietud, incluso de pánico.

Esta fase es importante, y debemos recordar que el miedo no se racionaliza. Es preciso poner protecciones para pasar a la fase siguiente.

Cuarta etapa: el regateo.

Se trata de transacciones internas.

Esta etapa es, por tanto, tan importante como las precedentes. Debemos respetarla, pero no prolongarla de manera arbitraria. Todos somos vulnerables en esta fase. La trampa consiste en alimentarnos de falsas esperanzas.

Esta fase, si no se ve frustrada, debe conducirnos, de manera absolutamente natural, a la etapa siguiente, al momento que tememos desde el principio.

Breakup of a couple with bad guy and sad girlfriend

Quinta etapa: la tristeza.

Es la tristeza por el acontecimiento y su sufrimiento. Este momento de depresión no es patológico, porque conocemos la razón por la que sufrimos. Se presenta a raíz de una pérdida concreta y sobrevine después de distintas fases. Entramos verdaderamente por vez primera en contacto con la pérdida de la pareja.

Esta quinta etapa es particularmente importante, porque nos encontramos en el Corazón del dolor y en el dolor del corazón. Tenemos necesidad de sentirnos apoyados, de tener a alguien a nuestro lado, alguien que sea capaz  de  escuchar  nuestro  dolor  sin  intentar apropiárselo, de guardar silencio compasivo que nos haga sentir que, a pesar de nuestro sufrimiento, pertenecemos a la comunidad humana.

Con el debido acompañamiento, esta fase ineludible de tristeza, de depresión, de aceptar la pérdida, nos abre la puerta a la aceptación.

Sexta etapa: la aceptación.

Cuando llegamos a este punto, nos encontramos en la fase de la madurez.  Ya no luchamos contra corriente. Podemos dar un sentido a nuestro sufrimiento, lo cual nos permite centrarnos en el sentido de nuestra vida. Podemos aceptar la pérdida y reestructurar nuestro vida.


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Si necesitas ayuda o apoyo emocional, con gusto te atendemos, escríbenos: aprendeamartemx@gmail.com


✍ Psicoterapeuta Claudia Garibay

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