Conclusiones:
Como se ha podido observar, aún las emociones consideradas negativas, resultan positivas en tanto contribuyen a la supervivencia del organismo tanto en su medio físico/natural como en su medio social. En el caso específico de la ira y del miedo, estas emociones contribuyen a la adaptación evolutiva del individuo a su entorno, el desarrollo de mecanismos de autodefensa, la vigorización de la conducta, la elevación del nivel de activación y al mismo tiempo fungen como reguladores de la interacción social en tanto asociadas al desarrollo de habilidades medios-fines, que a su vez contribuyen a generar mecanismos de conducta asociada.
Los procesos emocionales, como afirma Chóliz (2005), han demostrado su relevancia también en el tratamiento de alteraciones del sistema inmunológico, la diabetes, trastornos coronarios, trastornos de sueño, entre otros, por lo que debemos dejar de concebirlos como buenos o malos para abonar a una discusión más objetiva sobre su papel en el mundo biológico y social del individuo.
✍ Psicoterapeuta Claudia Garibay
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