Otras manifestaciones del amor adictivo son las que tienen lugar a través de las variables fisiológicas de la adicción. Estas variables se enfocan a los aspectos de carácter orgánico que se manifiestan ante la ausencia del ser amado; como por ejemplo, la pérdida de sueño.
También están las emociones negativas como pánico, enojo y temor que son conceptualizadas como variables de alteración anímica, así como los llamados “cuidados de la relación” que, como ya dijimos en Síntomas de dependencia emocional. , reflejan los cuidados extremos hacia el ser amado, a sus gustos, su bienestar, etc., dadas en la interacción cotidiana. Por último está la conducta obsesiva que afecta como señala Gwinell (1999) el sistema conductual e intelectual del adicto a través de pensamientos, ideas y preocupaciones constantes y excesivas sobre el ser amado.
A estas conductas le siguen otras, tales como:
La confusión del amor con la atracción física y la necesidad afectiva.
El uso del sexo para el control del otro.
La persecución del otro, su idealización y al mismo tiempo, el traslado de la responsabilidad ante los fracasos propios del dependiente.
El aislamiento y/o ruptura de las relaciones interpersonales con amigos y familia, entre otros.
En la misma línea, pero de forma ligeramente diferente, se encuentra la conducta de resistencia manifestada en forma de desafío emocional, cognitivo y conductual hacia el ser amado que es interpretada por numerosos autores como un reto a la adicción. Esto es lo que a grandes rasgos podemos decir del adicto y su comportamiento adictivo.
Ahora bien, según Yela (1997), entre los factores que promueven y propician la dependencia emocional podemos mencionar los factores biológicos (atracción física derivada de la activación de ciertas hormonas (estrógenos /andrógenos / oxitocina / vasopresina) o neurotransmisores como la dopamina, la norepinefrina y la serotonina). Estos factores biológicos y su combinación, generan motivaciones y emociones vinculadas con el deseo, la atracción y el apego del dependiente en su fase adictiva (Fisher, 2000).
En cuanto a los factores históricos, culturales y sociales, el autor señala a los ideales de belleza, noviazgo y matrimonio como factores que apuntan a la conceptualización de un amor normativo, en los que juegan un papel importante instituciones sociales como la iglesia, la escuela, la familia y los medios de comunicación. De la mano con éstos, se encuentran los factores interpersonales, llamados así por Yela en tanto involucran las experiencias, opiniones y comportamientos de amigos y familiares en torno al amor, los cuales pueden jugar un papel relevante complementario en el afianzamiento de la misma concepción normativa del amor que emerge de la cultura y la sociedad.
Por último, pero no menos importante, se hallan los factores individuales relacionados con la autoestima de la persona, sus habilidades comunicativas y su orientación sexual. Como se puede notar, bajo las condiciones descritas con anterioridad, en opinión de Yela (s/f) la adicción a la pareja resulta una conducta insatisfactoria cuando las necesidades de afecto del individuo adicto tratan de ser satisfechas a través de una relación que impacta de forma no satisfactoria en el entorno laboral, amical y de pareja del sujeto adicto.
Esto es lo que se conoce también en el argot especializado como “amor de déficit”, haciendo referencia al conocido concepto de Maslow en el que el autor define este amor como búsqueda en el amado de todo de lo que el adicto carece.
El amor de déficit, en contraposición así del amor del ser, provoca un estilo de relación de tipo ansioso, ambivalente que se caracteriza por una necesidad total del otro, una intolerancia extrema ante su ausencia y el despliegue de estrategias de relación consistentes en el cuidado del otro.
A propósito de ello, en la SLAA (2003) se señala que el adicto al amor es alguien que depende de y está compulsivamente enfocado hacia el cuidado de la otra persona. Es en ese sentido que reafirmamos la idea de que el amor adictivo se define por la obsesión, la irracionalidad, la exigencia, la dependencia emocional, la inmadurez, los celos y –aunque en discusión aún por los estudiosos del tema- por la idealización de la pareja.
Desde el punto de vista de la socialización del individuo, una socialización autoritaria –o lo contrario, con límites muy débiles-, la baja autoestima, la inseguridad, el infantilismo psicológico, la ausencia de habilidades comunicativas y sociales, así como la asunción irreflexiva de las normas amoroso-sexuales impuestas por la sociedad, pueden propiciar el surgimiento de conductas adictivas en la pareja.
También podemos mencionar como factores intervinientes otros de corte más social como son:
La represión amorosa y sexual, los mitos románticos (idea de la media naranja, por ejemplo).
Las paradojas románticas a través de la dupla compromiso-independencia.
El proceso de socialización romántica que va desde las experiencias amorosas propias hasta la apropiación de modelos amorosos provenientes de diversas fuentes.
El adicto al amor es alguien que depende de y está compulsivamente enfocado hacia el cuidado de la otra persona.
Si buscas ayuda o asistencia psicológica no dudes en escribirme.
✍ Psicoterapeuta Claudia Garibay
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